jueves, 22 de septiembre de 2011

Hay momentos de desesperación que lo que te hacen darte cuenta es que te ahogas en un simple vaso de agua cuando la solución a los problemas no siempre tiene por qué ser la misma. No siempre hay que ponerse en el lado negativo de las cosas y no siempre hay que planteárselo todo como un drama de 'es esto o es lo otro' sin ver la inmensa cantidad de posibilidades que tiene el universo preparadas para uno. No todo es blanco o negro, y sin embargo todo lo acabamos viendo de esa manera, ¿por qué?

Pensar en hablar única y exclusivamente acerca del cambio de turno que pedí y que, finalmente y contra todo pronóstico, me han dado en la facultad, puede resultar algo un tanto estúpido y algo un tanto absurdo, pero en el fondo creo que no tanto, ya que demuestra que quizás mis momentos de negatividad anulan todo lo que le puedo ofrecer a la gente: dar la imagen de autodetestarte y de no querer ser tú mismo no es más que un escudo que te pones para que la gente crea que tú sabes tus defectos y que no te gusta tenerlos... Y nada más opuesto a la realidad. Realmente el defecto principal es ese, el que anula todas tus virtudes, ya que las acabas viendo como defectos y no sabes cómo actuar ni cómo llevar a cabo tus acciones sin restringirlas a ese 'no' que tienes como respuesta previa.

Hoy la entrada no es larga, pero es que no siempre hemos de colgar entradas largas para contar cosas que no sentimos cuando, lo que de verdad queremos decir, se puede decir en pocas palabras.

lunes, 19 de septiembre de 2011

La llama de una vela


Mis ojos siempre se pierden en el infinito ante las situaciones como esa, siempre acude a mi rescate mi pequeño niño, el niño que juega, que ríe, que sueña, pero que, sin embargo, tampoco es capaz de afrontar las cosas directamente y siempre pretende huir de eso con esas risas y esos juegos para despistar al mundo entero de sus propios pensamientos y sentimientos.

Alrededor de mi interior hay un muro en el cual la gente suele tirar piedras para poder encontrar una pequeña abertura con la cual entrar y poder descubrir lo que en mí hay. Un muro que a veces se abre solo y deja ver lo bueno que puede haber ahí, protegido para los demás con guardas cargados con picas y que saben hacer trucos de magia para despistar, pero eso son los momentos no tan comunes, y es el resto del tiempo cuando junto a las paredes de piedra, niños pequeños pintan con sus dedos dibujos de estrellas, nubes y lunas con pinturas azules, verdes, moradas y rojas. Y me arrepiento tanto de dejarles hacerlo tan a menudo...

Sin embargo, la magia de una simple vela bastó el viernes por la noche para que, lo que parecía un simple momento de diversión y bromas se convirtiese en una pequeña terapia improvisada y mis ojos se perdiesen en la llama que coronaba aquella vela en el centro de la mesita negra y todos mis muros internos cayesen poco a poco, que los guardias se durmiesen por un instante y surgiesen de mí todas aquellas cosas que quizás no les habría dicho a aquellos que me rodeaban en otro momento. 

No soy sincero siempre con el resto del mundo, quizás porque no soy capaz de ser del todo sincero conmigo mismo, y creo que es algo que me di cuenta el otro día. Y no lo digo como un método autodestructivo de esos que tanto me gustan y que tanto daño me acaban haciendo, que diluyen mi mundo en un mar de cosas que no tienen nada que ver. Esa es la conclusión a la que llegué al otro día mientras miraba aquella vela y escuchaba la que, quizás, fue la verdad que nunca asumo y que siempre me martillea: escuchar salir de alguien que de verdad te aprecian por quien eres y por lo que eres es, quizás, lo que necesitaba en aquel momento. Suena egoísta, pero no me di cuenta de ello hasta que lo escuché saliendo de quien menos esperaba, quizás, que me lo dijese.

Mis miedos se reducen a no ser aceptado por la gente que me rodeaba. A buscar ser aceptado por un mundo que quizás nunca me pertenece y al que siempre enseñaba lo que se escondía tras los muros a reyes y reinas, que saqueaban lo que podían y que finalmente dejaban mi mundo vacío, únicamente con dos guardias cada vez más armados y más fieros. Y eso no es bueno. Nunca fue bueno.

Las piedras multicolor del muro se van cayendo poco a poco en ciertos aspectos, no con todo el mundo, pero se están cayendo, y los niños se alejan de las paredes para que sean adultos los que pinten con sus dedos mientras yo, perdido entre mis pensamientos, contemplo una vela consumirse.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Una chica rica, un relato típico

Hace tiempo escribí este relato corto para un foro de escritura al cual pertenecía y en el cual no estuve demasiado tiempo, ya que tengo la maldita manía de no ser demasiado constante con las cosas en ese sentido (creo que al foro al que llevo más tiempo perteneciendo y con el cual tengo más fidelidad es con el de Eurovision desde 2007, así que imaginad), Y quería compartirlo con vosotros, no porque sea profundo y trascendental para el devenir de mi manera de escribir, sino porque con esto me di cuenta de verdad que las cosas que escribo, por muy banales que sean, si las escribo de mi interior, las voy a seguir apreciando pasen los años que pasen. Lo dicho, no es gran cosa, pero bueno, si os gusta, agradecido soy.

Lys 

Se miró al espejo del tocador una y mil veces, se cepillaba el cabello moreno con meticulosa perfección y escudriñaba en la imagen de su propio reflejo. Soltó el instrumento de plata junto al joyero, repleto de avalorios de lujo, y se sentó para seguir arreglando su imagen antes de bajar a la fiesta.


Lys Taylor, hija de un gran magnate de la ciudad de Brightport, siempre había disfrutado de la vida que el dinero de su padre le proporcionaba. Pero, claro está, los billetes y las monedas nunca son lo prioritario en esta vida. Puedes vestirte con vestidos preciosos -como el plateado que ella misma lucía aquella noche-, pero hay una parte dentro de tu alma, de tu espíritu, que no puede ser comprada con lujos y cosas 'divinas'. Ella siempre había sentido el vacío en su interior, pero nunca había sido capaz de dar el paso para llenarlo con algo.


Se dio el último brochazo en la cara y se levantó del tocador, dándose la vuelta y saliendo de la habitación, quedando frente a la preciosa escalinata de mármol blanco que daba al piso inferior de la mansión que su padre, Magnus Taylor, había adquirido con trabajo, esfuerzo y muchos chanchullos. Suspiró y se levantó un poco la parte baja del vestido para no tropezarse con los tacones y caer rodando.


Pisó el suelo firme de la planta baja y observó el desfile de celebridades locales que accedían al interior de la gran sala de fiestas que tenía preparada su padre para esta ocasión. Ella, realmente, no sabía qué celebraban, ¿un nuevo intercambio de maletines para que su padre crease un nuevo laboratorio? Con la Corporación Quimera fuera de juego... cualquier cosa podría suceder.


Y ella, mientras tanto, soñando con cambiar su vida y llenarla con algo nuevo... Ilusa, sabía que, aquella noche, no se daría el caso.

lunes, 12 de septiembre de 2011

De visita por la Facultad; menú

Finalmente, hoy no he podido hacer lo del cambio de turno en la Facultad. El miércoles 14 o el jueves 15 (preferentemente el primer día a primerísima hora) he de ir a Teatinos para presentar la instancia y cruzar los dedos para que me la concedan de ahí hasta el día 22.

Por otro lado, a partir de ahora colgaré el menú que tome a lo largo del día, tanto las comidas hechas por mi madre como las propias decididas por mí. Suena estúpido, pero mi mayor problema no es el qué comer, sino cómo comer, controlarme para no comer en exceso.

Si como algún capricho también lo anotaré, para poner todos los días mis aciertos y mis errores y, así, pues cada día intentar superarme un poquito. Bueno, a lo que vamos:

12 Septiembre

Desayuno: Pan con queso y zumo de frutas tropical.
Media mañana: Tajada de melón
Almuerzo: Filetes de cerdo a la plancha; una bola de helado; agua.
Merienda: Zumo de frutas
Cena: Verduras cocidas, natillas, agua.


Caprichos: Poloflá de limón a media mañana

No como el vaquero Woody...

Tengo los nervios a flor de piel en este momento. A las 00:23 del día 12 de Septiembre de 2011 he de decir que no sé qué va a ser de mí, obviamente no de la misma manera en la que Woody, el cowboy de Toy Story, lo cantaba en la película, sino de una manera mucho menos trascendental. En la película, el vaquero se sentía desplazado y apartado del mundo que le rodeaba por la llegada del nuevo juguete, de Buzz Lightyear, de la misma manera que me he sentido muchísimas veces por parte de algunos grupos con los que, por suerte y desgracia, he tenido que convivir durante estos años. Por suerte, porque me ha servido para curtirme a base de perder mil veces y no ganar ninguna; y por desgracia, porque no sentía quizás lo que uno, cuando está en un grupo de amistades, debería sentir.

Pero no, esta no es la situación. No sé qué va a ser de mí por una cosa tan sumamente nimia para algunos como es el horario de la universidad. Puede que quizás muchos no comprendan mi fijación con el horario de mañana, pero otros lo entenderán perfectamente: este verano está siendo particularmente duro para mí, siendo el primero en el cual estoy con el tratamiento para la colitis ulcerosa que padezco desde ya casi un año, y siento que cuando por fin estoy alcanzando más o menos el objetivo de poder llevar a cabo una rutina normal, las cosas se desvanecen como el humo por un simple horario basado en el azar. Sé que muchos no entenderán mi situación, pero no pretendo hacérosla comprender a base de un discurso vacío.

Mañana me voy a levantar y voy a recoger todos los papeles que ahora descansan sobre mi escritorio, los cuales he repasado una y mil veces, y voy a ducharme y afeitarme. Me vestiré, cogeré mi iPod y una carpeta con la documentación y, dinero en mano, iré hacia la parada del 20. Me montaré en el autobús, que me dejará frente a la Facultad de Derecho, justo en la acera opuesta de la cuesta que me llevará hasta mi Facultad. Entraré por la puerta de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y hablaré con la persona que haya en secretaría y... el resto, es todo suerte.

No deseo suerte, la suerte sería si mi razón fuese nimia, si fuese barata. No deseo suerte. Deseo poder seguir con esta vida normal que, aunque a muchos os parecerá una tontería, a algunos se nos hace cada vez más complicada. No sabéis lo que tenéis, no lo valoráis, hasta que lo perdéis. Yo no lo sabía.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Miguel de Cervantes

Está siendo uno de los proyectos más duros a los que me he enfrentado en estos años que llevo dedicado en cuerpo y alma a la creación de historias escritas en paralelo a mi propia vida real. El instituto, la natación... nada tiene comparación a la dedicación que le estoy intentando poner a la escritura, para qué mentirnos, a pesar de los grandes vacíos en los cuales la inspiración me abandona y las historias desaparecen de la faz de la tierra como si de humo se tratasen, pero la escritura sigue siendo mi deseo interno y sé que hay que luchar por encontrar un hueco en este mundo de locos, pero bueno, aquí sigo, intentando hacerme un nombre en la comunidad bloggera que, por ahora, no va demasiado mal.

Mi blog no está siendo comentado en otros blogs, está claro, ni mi libro publicado en Literatura Nova está siendo criticado en mil y una webs de reseñas literarias. No lo niego, lo he buscado por si alguien ha opinado acerca de él, como creo que muchos de vosotros haríais en mi situación, pero creo que mi trabajo no me va a dar los frutos que espero a corto o medio plazo. Y eso es lo que más fuerte me está haciendo crecer personalemente: el realismo con respecto a lo que deseo hacer.

Porque a base de esfuerzo es como he de conseguir las cosas. No todo lo debo tener regalado. No todo debo conseguirlo de primeras, he de luchar por lo que quiero y lo que deseo y lo que espero. El mismo lunes he de enfrentarme a ello con el cambio de turno de la universidad que, probablemente, no me den, pero he de intentar luchar por ello si es lo que de verdad deseo.

Hace aproximadamente tres años, con la muerte de mi abuelo materno, la familia paterna de mi madre, los de la zona de Castellón y la zona de Melilla y Tánger empezaron a entablar contacto con la señora Eva, uséase mi madre, y fue por ello por lo que nos enteramos de la intención de una prima nuestra de casarse en Málaga. Sé que en principio todo puede parecer superficial, incluso frío, pero todo toma sentido en un momento. Conocí a parte de mi familia a la cual desconocía y de la cual luego no he tenido demasiada noticia, a excepción de mi tía Mari, a la cual cogí mucho aprecio en aquel mismo momento y que, sin pretenderlo, hizo llorar a mi hermana hablando de mi abuelo, a quien ella adoraba y a quien Laura cuidó hasta el último día de su vida. Algún día hablaré de él. Es una deuda que tengo. 

El hermano de mi abuelo, sin embargo, me dio una clave que posiblemente no comprendiese hasta estos meses: perseverancia y empeño. Éste es el nexo que une todo el post y le da coherencia. No es un post en el cual quiera atacar a la gente, no es un post que yo quiera poner por desahogarme. No, es un post para mí mismo, para leerlo y recordar por qué estoy donde estoy y por qué quiero conseguir lo que quiero conseguir. Por eso que esté mejor o peor me da igual.

Antes de irnos de la boda, mi tío me comentó algo y me dijo que lo guardara como un tesoro. Él, como mi abuelo, adoraba pintar, pero mi tío pintaba lo que veía (la playa, la arena, los barcos, la mar...), sin embargo, él no pintaba esos cuadros, sino que tuvo una idea. Leía ''El Quijote'' y pensó en narrar los hechos que en el libro pasaban como en un cómic. Realizó un bloc entero, como un cómic, con las aventuras de Alonso Quijano y Sancho Panza y un día marchó a Madrid, de puerta en puerta, buscando a quién le interesaría la idea. 

Sin embargo. La idea nunca se la llegaron a publicar, y el bloc se perdió entre un mar de deseos rotos. Poco tiempo después, su idea salió y una serie de dibujos acerca del libro de Miguel de Cervantes salió a la televisión. ¿Coincidencia? ¿Casualidad? ¿Causalidad? Quién sabe.

Mi tío me dijo que si quería algo, luchase por ello. Que busque mi propio camino y que no me desaliente porque a la gente de mi alrededor las cosas con sus sueños vayan mejor, yo no debo fijarme en los suyos, sino en los míos. 

Quién sabe, quizás mi momento pronto llegue.

viernes, 9 de septiembre de 2011

L-O-V-E

Léase deletreado en inglés


Partamos de la base que el amor, como cualquier cosa que implique sentimientos, es una mierda del tamaño de la catedral de Santiago de Compostela, o del Vaticano, que viene siendo la redundancia de la mierda, solo que recubierta de papel dorado, como un Ferrero Rocher. A partir de eso, cualquiera puede hacer sus cábalas y puede realizar sus teorías acerca de ese maravilloso evento que es cuando alguien te corresponde esa mirada, ese roce y ese beso...

...el problema es que, con gran ''pena'' en su interior, el pringado de bloggero que os escribe esto es un absoluto negado para el amor, para lo que viene siendo todo el asunto sentimentaloide y cualquier cosa que implique poner emoción al servicio del corazón más que el razonamiento puro y lógico que, aun siendo tan visceral como soy, mi ''amado'' profesor de Matemáticas me ha inculcado. No es por nada que mi blog anterior (bueno, el nombre anterior de mi blog previo a 'La Casa del Árbol') se llamase 'Sucker for Love', ¿no? 

Y siento mucho ponerme en plan destroyer, pero es que no tengo por qué disimular que todo lo que viene siendo referente al amor lo hago de puto culo y, lo mejor de todo, es que acierto con mis ''objetivos'' lo mismo que con mi elección de bachillerato: un cero del tamaño de la Torre Eiffel. 

Y paso de hacer un repaso por mis fallos amorosos porque la lista es tan sumamente larga, y habrá tanta gente que ni le apetecerá salir aquí que mejor ni lo digo. A otros les apetecería saberlo, más que nada por el morbo de saber cuánta gente me ha rechazado, más que nada por reírse de mi (claro que sí, Khal Drogo y todo tu séquito de dothrakis sin cabeza y con el cerebro del tamaño de la... bueno, me callo, que me estoy reformando), pero últimamente mi modo destroyer he decidido usarlo sólo para atacar, que siempre será mi mejor defensa, así que no voy a darles ese gustazo, y voy a darles un gustazo mayor.

¿O no sabíais que uno de vosotros os ha puesto de gilipollas para arriba y lo acogéis en vuestro seno sin daros cuenta que los dardos envenenados viene por parte de quien más queréis? Por cierto, mi amada khaleesa, que a usted, los dardos han ido con veneno de basilisco.

Por cierto, se me olvidaba. Sí. Si lo vuestro también entra dentro de lo conocido como L-O-V-E, se os da bastante de pena. 

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El Cerezo

Creo que todo sería bastante más sencillo en mi vida si sólo me dedicase a admitir que el mundo es el que es,  que la gente que me rodea por cualquier circunstancia es la que es, que esas son las circunstancias que me tocaron asumir desde un primer momento y que mi permanente búsqueda de gente nueva a mi alrededor con la que compartir mi vida, mis chorradas, mis sentimientos y mis preocupaciones, más allá del límite acotado por las cuatro paredes de una clase, no es más que una excusa para no tener que enfrentarme a mis infinitos complejos y a mi infinito ego, que lo tengo, y en cantidades industriales.

Pero la verdad es que luego uno ''reflexiona'' y pone en una balanza todo lo bueno que le ha dado esa búsqueda continua (que aún no acaba) de nueva gente con la que compartir el mundo y en otra mano pone todo lo malo que le da restringirse a un universo al cual nunca ha pertenecido y que pretende moldearlo en base a una imagen absurda y estúpida que nada tiene que ver con él. Unos ceden. Yo, por suerte, creo haberme ido alejando de la manera más elegante posible. O no. Seguramente la opción que tomé de despegarme de un grupo en el cual todos sus miembros comenzaban a asemejarse cada vez más a una piara de cerdos o a una jauría de perros sin ningún tipo de libertad de decisión o capacidad de voto de lo que se quería fue una de las opciones más acertadas de toda mi vida. Sólo con 16 años.

La gente considera que las decisiones de un adolescente son intrascendentes, que sus elecciones siempre van a llevarle a prepararse para el mañana y a crecer como persona, pero yo creo que en todo esto, lo único que tiene una mínima razón es lo segundo: nuestras decisiones son las que nos hacen diferentes y las que nos hacen madurar, por muy superficiales que parezcan. Y ser diferente no es vestir de una manera concreta, ser diferente es saberte en tu interior único y especial, saber darte tus espacios para ti mismo y para tus reflexiones, saber que en el mundo hay más que chicas con labios color cereza a las que besar y chicos con músculos a los que rozar, saber que no todo debe ser igual y que las diferencias, por desagradables, son las que hacen que la vida sea tan interesante...

...el problema siempre vendrá cuando haya gente incapaz de ver esas diferencias de una manera natural y crean que todo han de bombardearlo y destruirlo con estupideces. Yo las he vivido en primera persona, quizás porque desde pequeño haya tenido un carácter de esos que amas u odias, pero nunca he pretendido que la gente me tratara de cierta manera. Nunca pretendí que mis diferencias se convirtieran en objeto de burla por parte de ciertos seres del neandertal que lo único que han hecho interesante en su vida es un chiste acerca de cualquier gilipollez, o de imbéciles que lo van de graciosos por la vida y a los que perdonas una vez, pero ya no más, y que te ponen a las espaldas cubierto de mierda hasta el techo delante de tus propios amigos para ridiculizarte. Obvio que no todo se puede decir a la cara, sabéis de sobra que no es esa mi opinión, pero lo que no puedes hacer es intentar cambiar los pensamientos de gente que sabes que nunca será partidaria de ti en ese aspecto porque consideran a la otra persona un verdadero amigo. Y si se ponen de tu parte y luego te sonríen, es que no merecen la pena.

El título de la entrada va dedicado a ellos: cerezos en flor del tamaño de sus egos que terminarán algún día por lanzarse cerezas como balas entre sí para intentar demostrar que las suyas son las mejores, las más deliciosas y las más vistosas. Quizás creyendo que las rojas son las más atractivas y sin saber que las raras, las oscuras, las moradas, son mucho más sabrosas que sus insípidas cerezas.

martes, 6 de septiembre de 2011

Un día de suerte


Las flores comenzaron a marchitarse en el pequeño jardín delantero de la Gran Casa en los primeros días de Septiembre, cuando comenzaron las delicadas lluvias a empapar la hierba fresca que, día a día, se iba enfriando más y más cada vez. El año pasado, las flores del pequeño jardín delantero de la Gran Casa que quedaban sanas, cogieron sus maletas y salieron de la tierra para abandonar el lugar en busca de tierras más cálidas de morir congeladas.

Sin embargo, este año todo estaba siendo diferente. Muy diferente.

Me levanté una mañana temprana con el ruido de gotas y asomé mi cabeza por el hueco que hacía las veces de puerta a la Casa del Árbol, esperando que la lluvia mojase mis cabellos. Nada. El sol brillaba (y ni me había fijado que inundaba la mitad del cubículo de madera), y ni rastro del agua ni de las gotas.

Así que me crucé de brazos y me colgué de las piernas a la Casa del Árbol para ver el mundo bocabajo: los castores de peluche y su estanque arriba, la Gran Casa cayéndose hacia el cielo de nubes de algodón de azúcar, los patos surcando el cielo a nado...

...¿y las flores bailando?

Puse de nuevo el mundo en su sentido natural y observé cómo las flores rojas, amarillas y moradas salían de la tierra en la que habían sido plantadas pero, en lugar de llevar sus maletas en busca de un mejor ambiente, movían sus pétalos al ritmo de las canciones de una de ellas y los ritmos que las mariposas creaban con su batir de alas. No podía creer lo que estaba bien, así que salté y me acerqué a ellas.

-¿Qué pasa? ¿Pequeño Hombrecito? ¿Es que nunca has visto a una rosa bailar por sentirse afortunada de que un día como hoy haga un Sol tan brillante? -preguntó una de ellas.
-En Septiembre siempre os marcháis.
-Nunca hace tanto Sol.
-No tiene lógica que en Septiembre el Sol brille tanto.
-No tiene lógica que las flores hablemos.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Corazón Satélite

Sé que llevo un par de días en los que, quizás, la narración de las cosas en el blog no es la que quizás pueda caracterizarlo. Si es que cinco entradas caracterizan a un blog neo-nato, claro estás. Pero llevo un par de días con convulsiones en mi interior que no están dejando al pequeño niño, subido en su casa del árbol, bajar y poder disfrutar del pequeño gran jardín en el cual está situado. Una gran tormenta interior provoca que cada momento dentro de mí sea peor que el anterior, y de golpe veo claros entre las nubes, por las que se filtran rayos de sol que me ciegan los ojos... pero vuelve todo a cubrirse con una espesa manta de color gris.

Y es que están volviendo los días en los que me sentía un corazón satélite, parafraseando a la gran Anya Marina. Me siento a la deriva, girando alrededor de un gran vacío que nada tiene y del cual nada puedo esperar, porque a pesar de que yo quiera y desee por todos los medios sentir algo, más allá de una cariño propio de una amistad no lo va a haber. Ni lo habrá jamás. Quizás ese sea el problema, que nunca habrá nada. Son ya demasiados momentos, demasiadas ocasiones, en los que mi corazón me engaña y, tomando el título de la canción de Loreen, 'me rechaza', porque se busca a quien de seguras no puede corresponderme y así es como yo mismo me hago daño.

Las tormentas internas, más allá de truenos y relámpagos, lo más que dejan son gotas de lluvia poderosas que, una tras otra, van rompiendo, empapando y humedeciendo mis murallas, consiguiendo que lo que las une se reblandezca y ceda bajo el peso...
...y bajo el peso, queda aplastado mi corazón satélite.