domingo, 2 de octubre de 2011

Cerrando etapas


Summertime...

A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Seguramente suene típico y tópico, pero es algo que poco a poco va adoptando algún tipo de sentido para mí a lo largo del tiempo, sobretodo en estos momentos en los que escribo la última entrada del blog antes del final de mis vacaciones. Unas prolongadas vacaciones de casi cuatro meses en los que me ha dado tiempo a perderme y encontrarme interiormente más de una vez, en el cual he tenido los mejores y los peores momentos en mucho tiempo y que, sin embargo, creo que ha sido el bofetón en la cara necesario antes de irme a la Universidad.

Aún me quedan, no obstante, mil y una cosas que no ha aprendido antes de comenzar el curso y que quizás me vendrían bien para crecer un poquito más como persona cada día. No soy un adulto aún, por mucho que supere la mayoría de edad en el carnet de identidad, y creo que en muchos momentos mi lado infantil se come al adulto y decide atacarlo frontalmente ahí donde presenta más fisuras.  Soy consciente de ello y, aunque cada día antes de salir a la calle me haga el propósito de no ceder ante ese lado mío, no cumplo mis promesas y, si las hago, las hago de una manera opuesta a tal y como me gustaría hacerlas.

La madurez es un grado, eso está claro, y que no tiene nada que ver con la edad, aún más claro. Y, aunque vayamos de maduros por la vida, todos sabemos que en nuestro interior lo que delata la mayor inmadurez es querer aparentar algo que no eres. Simplemente necesito tiempo y que pasen cosas en mi vida.

El verano ha tenido sus altos y sus bajos, y ahora que lo pongo en una balanza, creo que los altos ganan por goleada a los bajos, a pesar que muchos han derivado los unos del os otros y que hubiera en Agosto una auténtica semana horribilis en la cual, no me da cosa admitirlo, lloré durante toda la semana al menos dos veces cada día. Alejandra es testigo de ello y puede confirmarlo. Mi llamada simplemente buscaba una respuesta por su parte y fue algo que necesitaba escuchar. Quizás algunos lo consideren algo infantil, pero algunos ya conocéis algo de mí y creo que no voy a mentir si digo que lo único que necesito en muchas ocasiones es simplemente saberme querido por la gente que me rodea. Algún día abriré un poco el cajón de cosas que no deberían salir nunca y que me hacen salir y plasmaré algunas, porque han permanecido demasiado tiempo apiladas todas juntas y, al final, eso crea una masa incontrolable. Hay gente feliz con una sonrisa, quizás yo necesite abrazos.

Pero, lo dicho, lo que han predominado en mi verano han sido los momentos de alegría con la gente que se ha preocupado de mí y que han estado conmigo estos meses. Esos martes de trivial con tantas respuestas absurdas que nunca nos llevaban a nada, esos momentos de ir a casa de Ali, el día de la Cocktelera Totera, los días en casa de Laura viendo películas y películas, la feria, las moragas… Y me gustaría agradecérselo a cada uno personalmente, pero como quizás iba a ser demasiado ñoño y empalagoso en persona, pues lo dejaré escrito, que así permanece:

Como siempre, Laura, la que desde el mismo momento que me mira a los ojos sabe lo que pienso y lo que me pasa no puedo dejar de darte las gracias por ser la mejor amiga que ha podido cruzarse en mi vida en estos dieciocho años. Sabes que, aunque yo sea como soy, me complementas en muchos aspectos de mi vida y, sin duda alguna, sé que eres y serás mi mejor amiga por muchísimo tiempo. Contigo, también darles las gracias a Julia, Paco, Elena y tanta gente que ha hecho que mis días de verano no hayan sido tan amargos. Desde Mayo, que nos juntamos tantos a ver Eurovisión en la casa de los Podadera, hasta la fiesta de casa de Elena, pasando por los momentos de risa viendo y malinterpretando Harry Potter.

A la gente de Twitter, también agradecerles muchas cosas: hacen que mi pequeño mundo siempre se agrande un poquito más, porque me hacen ver las cosas desde una perspectiva más madura aunque eso siempre acabe haciéndome rabiar porque, sin olvidarlo, soy y seré uno de los pequeños y eso siempre estará presente, para qué negarlo. A Ali que sea tan sumamente paciente y que, con esa relación de amor-odio que nos profesamos, haga de mi vida una película de Almodóvar más y más interesante. A Jessica por ser siempre esa maravillosa locura y esa persona que vive en su mundo sin preocuparse por nada. A José, esté en Málaga, esté en Madrid, por ser mi defensor en ciertos momentos. Al otro José y a Desi por ser mis descubrimientos de final de verano, aunque a él ya le conociese de antes. A Sergio, porque poco a poco lo voy entendiendo y, aunque a veces pelín insistente, es una de las personas que más me ha sorprendido estas semanas. A mis papis Bea y Alfredo por adoptarme ficticiamente y darme consejos. Y a tanta gente…

Y a la gente del colegio: Antonio, Raquel, Amapola, María, Ignacio… Sois tantos también que no puedo mencionaros uno por uno, y deciros que, aunque a muchos os iré perdiendo por el camino, con otros el contacto sé que seguirá presente y que puede que, en cualquier momento, vuestro teléfono sonará y sé que no todos responderéis, pero quien lo haga, será de corazón. A Gallardo también, aunque ahora pase de mí como de la mierda y no me haga caso con lo de estudiar, pero es que él es como es y… ¿qué le vamos a hacer? Y a Bravo, a Domingo… y, en definitiva, toda esa gente que, entre la mierda, destacan porque son gente que de verdad merecen la pena.

Faltáis muchos: los scouts, los chicos de las moragas, la gente del poyete (que no me olvido)… Pero es que no quiero hacer esta entrada interminable y vosotros sabéis, de corazón, que si me necesitáis para algo, aquí estaré una y mil veces.

El verano, para mí, ha acabado en Octubre este año, y sé que quizás no tendré nunca jamás otro verano tan abierto a posibilidades como este. Y sé que no lo he aprovechado y no lo he exprimido al límite, pero esas son las pequeñas incoherencias de la vida: cuanto más tienes, mejor lo deseas y menos lo aprecias, y eso es lo que me ha pasado a mí este verano. La señora Eva, a partir de ahora, será la encargada de anunciarme que me quiere a la cama pronto para ir a la facultad a estudiar, pero… ¿qué decir? La rutina, en el fondo, tiene su encanto, y más cuando hay tanta gente, como Ana, Merche, Laura, Alejandro o Alessandra que parece que harán mi mundo un poquito más grande, en vez de limitarlo como años atrás muchas clases han hecho.
Comienzo nueva etapa y cierro muchas que debería haber cerrado en su momento.
Comienzo la universidad.

2 comentarios:

  1. Te deseo toda la suerte del mundo. Y ya verás, esta nueva etapa que comienzas será incluso mejor que la vivida :)

    Que tengas un buen primer día, petard! :)

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  2. Y hay algunos que posiblemente nos quedemos mucho más de lo que crees. Un abrazo querido hijo mío :P

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