Summertime...
A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo
perdemos. Seguramente suene típico y tópico, pero es algo que poco a poco va
adoptando algún tipo de sentido para mí a lo largo del tiempo, sobretodo en
estos momentos en los que escribo la última entrada del blog antes del final de
mis vacaciones. Unas prolongadas vacaciones de casi cuatro meses en los que me
ha dado tiempo a perderme y encontrarme interiormente más de una vez, en el
cual he tenido los mejores y los peores momentos en mucho tiempo y que, sin
embargo, creo que ha sido el bofetón en la cara necesario antes de irme a la
Universidad.
Aún me quedan, no obstante, mil y una cosas que no ha
aprendido antes de comenzar el curso y que quizás me vendrían bien para crecer
un poquito más como persona cada día. No soy un adulto aún, por mucho que
supere la mayoría de edad en el carnet de identidad, y creo que en muchos
momentos mi lado infantil se come al adulto y decide atacarlo frontalmente ahí
donde presenta más fisuras. Soy
consciente de ello y, aunque cada día antes de salir a la calle me haga el
propósito de no ceder ante ese lado mío, no cumplo mis promesas y, si las hago,
las hago de una manera opuesta a tal y como me gustaría hacerlas.
La madurez es un grado, eso está claro, y que no tiene nada
que ver con la edad, aún más claro. Y, aunque vayamos de maduros por la vida,
todos sabemos que en nuestro interior lo que delata la mayor inmadurez es
querer aparentar algo que no eres. Simplemente necesito tiempo y que pasen
cosas en mi vida.
El verano ha tenido sus altos y sus bajos, y ahora que lo
pongo en una balanza, creo que los altos ganan por goleada a los bajos, a pesar
que muchos han derivado los unos del os otros y que hubiera en Agosto una
auténtica semana horribilis en la cual, no me da cosa admitirlo, lloré durante
toda la semana al menos dos veces cada día. Alejandra es testigo de ello y
puede confirmarlo. Mi llamada simplemente buscaba una respuesta por su parte y
fue algo que necesitaba escuchar. Quizás algunos lo consideren algo infantil,
pero algunos ya conocéis algo de mí y creo que no voy a mentir si digo que lo
único que necesito en muchas ocasiones es simplemente saberme querido por la
gente que me rodea. Algún día abriré un poco el cajón de cosas que no deberían
salir nunca y que me hacen salir y plasmaré algunas, porque han permanecido
demasiado tiempo apiladas todas juntas y, al final, eso crea una masa
incontrolable. Hay gente feliz con una sonrisa, quizás yo necesite abrazos.
Pero, lo dicho, lo que han predominado en mi verano han sido
los momentos de alegría con la gente que se ha preocupado de mí y que han
estado conmigo estos meses. Esos martes de trivial con tantas respuestas
absurdas que nunca nos llevaban a nada, esos momentos de ir a casa de Ali, el
día de la Cocktelera Totera, los días en casa de Laura viendo películas y
películas, la feria, las moragas… Y me gustaría agradecérselo a cada uno
personalmente, pero como quizás iba a ser demasiado ñoño y empalagoso en
persona, pues lo dejaré escrito, que así permanece:
Como siempre, Laura,
la que desde el mismo momento que me mira a los ojos sabe lo que pienso y lo
que me pasa no puedo dejar de darte las gracias por ser la mejor amiga que
ha podido cruzarse en mi vida en estos dieciocho años. Sabes que, aunque yo sea
como soy, me complementas en muchos aspectos de mi vida y, sin duda alguna, sé
que eres y serás mi mejor amiga por muchísimo tiempo. Contigo, también darles
las gracias a Julia, Paco, Elena y
tanta gente que ha hecho que mis días de verano no hayan sido tan amargos.
Desde Mayo, que nos juntamos tantos a ver Eurovisión en la casa de los
Podadera, hasta la fiesta de casa de Elena, pasando por los momentos de risa
viendo y malinterpretando Harry Potter.
A la gente de Twitter, también agradecerles muchas cosas:
hacen que mi pequeño mundo siempre se agrande un poquito más, porque me hacen
ver las cosas desde una perspectiva más madura aunque eso siempre acabe
haciéndome rabiar porque, sin olvidarlo, soy y seré uno de los pequeños y eso
siempre estará presente, para qué negarlo. A Ali que sea tan sumamente paciente y que, con esa relación de
amor-odio que nos profesamos, haga de mi vida una película de Almodóvar más y
más interesante. A Jessica por ser
siempre esa maravillosa locura y esa persona que vive en su mundo sin
preocuparse por nada. A José, esté
en Málaga, esté en Madrid, por ser mi defensor en ciertos momentos. Al otro José y a Desi por ser mis
descubrimientos de final de verano, aunque a él ya le conociese de antes. A Sergio, porque poco a poco lo voy
entendiendo y, aunque a veces pelín insistente, es una de las personas que más
me ha sorprendido estas semanas. A mis papis Bea y Alfredo por adoptarme ficticiamente y darme consejos. Y a
tanta gente…
Y a la gente del colegio: Antonio, Raquel, Amapola, María, Ignacio… Sois tantos también que
no puedo mencionaros uno por uno, y deciros que, aunque a muchos os iré
perdiendo por el camino, con otros el contacto sé que seguirá presente y que
puede que, en cualquier momento, vuestro teléfono sonará y sé que no todos
responderéis, pero quien lo haga, será de corazón. A Gallardo también, aunque ahora pase de mí como de la mierda y no me
haga caso con lo de estudiar, pero es que él es como es y… ¿qué le vamos a
hacer? Y a Bravo, a Domingo… y, en definitiva, toda esa
gente que, entre la mierda, destacan porque son gente que de verdad merecen la
pena.
Faltáis muchos: los
scouts, los chicos de las moragas, la gente del poyete (que no me olvido)… Pero
es que no quiero hacer esta entrada interminable y vosotros sabéis, de corazón,
que si me necesitáis para algo, aquí estaré una y mil veces.
El verano, para mí, ha acabado en Octubre este año, y sé que
quizás no tendré nunca jamás otro verano tan abierto a posibilidades como este.
Y sé que no lo he aprovechado y no lo he exprimido al límite, pero esas son las
pequeñas incoherencias de la vida: cuanto más tienes, mejor lo deseas y menos
lo aprecias, y eso es lo que me ha pasado a mí este verano. La señora Eva, a
partir de ahora, será la encargada de anunciarme que me quiere a la cama pronto
para ir a la facultad a estudiar, pero… ¿qué decir? La rutina, en el fondo,
tiene su encanto, y más cuando hay tanta gente, como Ana, Merche, Laura, Alejandro o Alessandra que parece que harán mi
mundo un poquito más grande, en vez de limitarlo como años atrás muchas clases
han hecho.
Comienzo nueva etapa y cierro muchas que debería haber
cerrado en su momento.
Comienzo la universidad.
Te deseo toda la suerte del mundo. Y ya verás, esta nueva etapa que comienzas será incluso mejor que la vivida :)
ResponderEliminarQue tengas un buen primer día, petard! :)
Y hay algunos que posiblemente nos quedemos mucho más de lo que crees. Un abrazo querido hijo mío :P
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