viernes, 7 de octubre de 2011

El foco de la universidad

Es extraño mirar hacia el horizonte de un camino que estás empezando a recorrer y contemplar que, aunque ya has avanzado bastante, aún no te has alejado apenas de la línea de salida y que, junto a ti, se encuentran compañeros de viaje que nunca te habías imaginado y que ni tan siquiera conocías al principio pero que, en sólo una semana, te han dejado ver un poquito de sus personalidades y conocer un poquito de su vida. No porque vayan a volverse tus mejores amigos en solo una semana, pero sí que empiezas a perfilar un poco y a hacer cábalas acerca de quien puede ser más cercano a ti y quién no, aunque luego, como siempre, acabe dando todo un vuelco y te cruces con la gente que menos lo pensabas.

Porque eso siempre es así: vas predispuesto a una cosa y, tanto te decepcionas con la gente que ya conocías de antes -que no con toda, obviamente-, y luego con la gente que el primer día no te da ningún tipo de sensación, ni positiva ni negativa, a los dos días ya estás intercambiando parcelas de tu vida y risas en la cafetería de una universidad cuasi-desconocida para todos los que comenzamos la carrera, y que seguirá siendo así hasta el año que viene, cuando salgamos de ese antro llamado zulo que, aunque no sea lo peor del mundo, no es una clase como un universitario pensaría que se merece de primera instancia.

La primera semana de universidad ha sido, por tanto, una semana confusa en muchos aspectos: profesores que la primera hora te parecen sosos o te caen mal, la siguiente hora que tienes con ellos cambian radicalmente; compañeros que no esperaría intercambiar dos palabras son tus compañeros de uno o más trabajos en grupo; mil trabajos en grupo para comenzar a hacer a la semana de empezar las clases... Creo que mi universo se va expandiendo poco a poco a medida que los segundos en la facultad pasan, y creo que eso está siendo de lo más positivo para mí: el mundo de la facultad es mucho más amplio de lo que nunca consiguió ser el mundo del instituto, y es lo que más feliz me hace, me hace poder ser yo mismo sin tener que cubrirme con velos de 'normalidad' que había que mantener para guardar las apariencias. Y eso me gusta.

El primer día, sin embargo, creo que me anticipé un poco con toda la 'emoción' de dicho primer día, y que quizás me anticipé demasiado y que quise entablar demasiados lazos con demasiada gente, sin esperar a relajarme un poco y que las cosas fluyeran, poniéndome bajo un foco de atención que quizás yo no hubiese querido por parte de alguna persona concreta, y no precisamente para bien. Pero bueno, ese foco de atención de seguro ya se ha apagado y, la semana que viene, volveré a clase, partiendo de 0,5 y todo será cuestión de repartir sonrisas y charlar con la gente en la medida de lo posible. Reencontrarme, tras tres días, con Maria, con Natalia, con Eloy, con Lucia, con Ana, con la otra Ana, con Gema, con Ale, con Aless, con Merche, con Antonio... y, en definitiva, con tanta gente con la que me he llevado una buenísima primera impresión y que, espero, me dejen llevarme más y mejores impresiones de ellos. Porque la primera impresión, si no es la que cuenta, al menos, siempre acaba orientando un poco, queramos o no, y hay que dejarse llevar un poquito más para que todo salga genial al 100%. 

Y ahora, a leer 'El código 2.0', el manual de psicología y mil y un textos...

1 comentario: