domingo, 19 de febrero de 2012

Los Juegos del Spoiler (Reflexiones post-lectura)


Como muchos sabréis (bueno, muchos, aquellos que me leáis y que a la vez me sigáis en Twitter, los que me sigan en Twitter y no vayan a leer esta entrada del blog, los que está en el foro de Eurovisión y a todos los que doy por saco de manera generalizada), durante los últimos meses he estado pelín 'obsesionado' con la saga de Los Juegos del Hambre, precisamente desde que vi el tráiler oficial de la película, que en nuestro país se estrenará el 20 de abril. 

Lo extraño de todo esto es que no he tenido la oportunidad de leerme el libro hasta la última semana de exámenes, cuando mi madre llegó con una pequeña sorpresa bajo el brazo en forma de primera parte de la saga, después de preguntarme aquella misma mañana por el nombre (yo imaginaba que me lo traería, pero más adelante, ya cuando acabase los exámenes) y lo devoré por completo en unas horas (parte de una noche y parte de una mañana), a pesar de haberme auto-spoileado toda la historia. Quizás sea la temática del libro lo que me llamó tanto la atención pero lo que, tras estudiar asignaturas basadas en gran parte en la comunicación este primer cuatrimestre en la facultad, me llevó fue a muchas reflexiones personales acerca de los asuntos que trata.

Aviso, no sé si al final sucederá (conociendo cómo escribo, que lo improviso todo), pero por si acaso, esta entrada puede contener spoilers acerca de Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins, así que si seguís leyendo es por vuestra propia iniciativa y a sabiendas que puedo reventaros la historia.

Dicho este aviso, lo primero que se me vino a la cabeza tras leer la historia fue que muchos me la habían vendido como una segunda parte de la saga Crepúsculo, en el sentido de la historia romántica y empalagosa, y en lugar de ello me encontré con mi reconciliación con las historias de corte juvenil. Mi enfrentamiento, que viene de largo con el género (desde que me leí la primera de Crepúsculo y el final de Harry Potter, que aunque no me gustase, pues me resultó extraño), tenía como principal motivo la saturación de temática amorosa en las historias. ¿Es necesario vender amor para que el público juvenil siga tu historia? Obviamente, es uno de los temas literarios más recurrentes (yo mismo cuando he escrito historias siempre he metido tramas de marcado carácter romántico) y más enfocado a un público cuyas hormonas están revolucionadas con la entrada del amor en sus vidas, pero creo que se puede escribir buenas historias sin que el amor sea lo principal, la base de la historia.

El problema es que muchos no consiguen entender que el contenido de la historia amorosa de Los Juegos del Hambre, el triángulo entre Katniss, Peeta y Gale que en el fondo, ni es tan amor, ni es tan triángulo (soy incapaz de conformar un triángulo cuando ni Peeta ni Gale se hablan en todo el libro ni muestran reacciones con respecto al otro), es un juego de intereses para seguir con vida en la competición. Ella misma lo cuenta a medida que narra lo que sucede en los Juegos a partir de la declaración de amor de Peeta: fingen una historia de amor perfecta para los amantes de los dramas, como parece ser el público de la nación de Panem, y mientras que Peeta al final parece mostrar verdaderos sentimientos hacia Katniss, ella simplemente busca su supervivencia y la de su compañero. Existiendo la posibilidad de salvarse los dos, ella explotaría las bazas que tuviese a su disposición. Además, Gale y ella nunca habían sido nada, así que aunque sintiese lo que sintiese, no tenía que sentirse mal. El problema de Katniss es que ha tenido que madurar tanto en cuestiones de supervivencia que la pobre no ha tenido momento de pararse a pensar y vivir la vida, los amores y los sentimientos. Katniss Everdeen, la chica en llamas, es más torpe para el amor que yo, que mira que es complicado.

Y el segundo problema que encuentro en relación con las relaciones entre los personajes es que, con toda la moda esta de #TeamEdward y #TeamJacob de las fans de Crepúsculo, todos aquellos fans que lleguen a esta saga por trasvase van a acabar asumiendo que tienen que ponerse de parte u otro cuando esto no es necesario, es más, es prescindible: a mí ambos personajes me gustan, pero de Gale no tengo tantísima información, por mucho que Katniss le describa, ni llego a empatizar con él como para llegar a tomar una ''decisión'' acerca de lo que yo pienso que tuviera que elegir Katniss. 

Por otro lado, podría explayarme con unos cuantos temas, pero sí que he visto una especie de paralelismo entre esa revolución comunicativa de la que hemos hablado muchas veces en esa maravillosa asignatura llamada Teorías de la Comunicación (tomároslo como ironía o no, sigo defendiendo que como materia en sí es buena, no como asignatura por la marcada carga filosófica en algunos puntos) y la trama de 'revolución' que hay disimulada durante todo el libro: lo sencillo para Katniss hubiese sido asimilar las reglas de los Juegos y morir o asesinar a Peeta, ese era el mensaje claro, que los productores del programa al final decidirían cómo hacer las cosas y sería todo a su manera, y la artimaña de dejar dos ganadores en un principio no era más que un engaño para alcanzar el final más dramático posible, pero siempre hay una segunda lectura para todo y siempre ella buscaba el punto en el cual romper con ese preestablecimiento. Siempre había criticado el sistema de los Juegos y por participar no iba a cambiar su manera de actuar. Si nos fijamos, a lo largo de todo el proceso Katniss no mata directamente a nadie a excepción de aquel chico que mató a Rue, que era claramente un guiño a la figura de Prim, lo que lleva a cogerle cariño automáticamente a ambos personajes.

En resumen, la historia de Los Juegos del Hambre es una historia que versa acerca de nuestro mundo hoy en día, de manera muy destacada ese retrato que hace de los medios de comunicación, convertidos hoy en día en un entretenimiento con el cual se transmiten ideas políticas, por mucho que muchos se declaren medios independientes, para los cuales ''todo vale'' si se trata de captar audiencia. Incluso esa obligación de los habitantes de Panem de ver los Juegos (para lo cual la energía del país en esas fechas nunca falla) podría ser interpretado perfectamente como una metáfora acerca del fútbol en los medios de comunicación en nuestro país, los cuales son vendidos como un espectáculo bajo la premisa de la competición, cuando los que de verdad compiten en Panem son los que desean sobrevivir ante un Capitolio que les deja y les abandona, sólo interesándose para obtener los beneficios máximos, así como el deporte realmente yo no lo veo reflejado en televisión, sino una sucesión de modelitos de peluquería y una demostración, aunque gracias a Dios no siempre, que el ego siempre lleva a algo más. Porque yo me pregunto: ¿si Cristiano Ronaldo no ganase una cantidad insultante de dinero por correr tras un balón, qué haría cuando su carrera acabase? Con suerte, entrenaría a un equipo de fútbol, pero no nos engañemos, no hay tantos equipos de fútbol como jugadores.

Pero bueno, al menos los Juegos tenían una visión ''educativa'' para los habitantes de Panem, ''si os revolucionáis, podremos acabar con vosotros como hicimos con el Distrito 13'', pero el fútbol no deja de ser nada más que el opio del pueblo. Hay quien dice que si encienden la televisión es porque quieren despejarse del mundo que les rodea, y lo veo incluso plausible, pero no podemos olvidar que aunque seamos optimistas y miremos al mundo con alegría y una sonrisa, esperanzados, la realidad es algo más que elementos que nos ayuden a evadirnos. Es insultante ver cómo alguien que está en paro y busca trabajo sea capaz de defender que el portugués merecía ese contrato de casi 100 millones de Euros, sin contar los contratos publicitarios, en lugar de darse cuenta que con ese dinero su familia no pasaría hambre en la vida. Y esto, señores, es algo que yo mismo he presenciado.

Pero claro, el fútbol es espectáculo. Cuando el espectáculo sea ver la muerte en directo, ya hablaremos si a la sociedad le parece que es lícito gastar tanto dinero y tiempo de nuestras vidas en eso. ¿Telediarios de media hora y secciones de deportes que ocupan cuarenta y cinco minutos? Esto es España, amigos míos.

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